Hoy amanecíamos en el trabajo con un misterio. Una compañera me enseñó lo que le había pasado con su móvil, con un sentimiento entre angustiada e indignación. Un SMS que confirmaba, a su vez, que se había enviado «puta» a un teléfono que, casualidad, resultaba el de la madre. «¡Pero si yo no he mandado nada!». Investigando un poco descubrimos que es algo parecido al DictaSMS de Vodafone, pero de Movistar. En algunos foros se quejan que Movistar ha activado la transcripción de mensajes del buzón de voz del destinatario, cobrando lo que no está escrito, peeeeeeeero sin siquiera decírselo al que llama y sin señal acústica de comienzo de grabación. Cuidadín, cuidadín, con lo que se dice mientras se espera a que el llamado responda, que si no responde a saber lo que va a recibir. Ya se sabe, las palabras las carga el diablo. Y niña, por favor, no le digas eso a tu madre.
Eso sí, todo vale para sanear las cuentas de Movistar y que sus accionistas puedan repartirse dividendos a final de año. Los pobres lo deben estar pasando fatal. A este paso te acabarán cobrando hasta por establecer conexión cuando enciendes el teléfono. Vaya, ya les he dado una idea.
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