lunes, 19 de diciembre de 2011

Cadena de consecuencias claras y probables tras malas decisiones

De forma general, no somos muy conscientes de las consecuencias de un acto simple y sencillo. Pese a nuestra inconsciencia, muchas veces las acciones originales siguen proyectando su sombra en el transcurrir del tiempo e, incluso, inducen a otras acciones. Sin embargo, también hay ocasiones en que la cadena de sucesos tiene un claro origen y resulta fácil determinar la causalidad de lo acontecido. Ayer, sin ir más lejos, me dejé imponer por mi mujer y llamé a Movistar para liberar mi iPhone, como primer paso para buscar una tarifa más económica (algo que ya adelanté aquí). Lo había ido posponiendo, pero lo de Movistar resulta sangrante, así que a la cosa había que ponerle remedio.

Tras la «liberación» el paso imprescindible es restaurar el terminal desde iTunes. Esto lo hacía en Las Palmas y —qué pronto se acostumbra uno a lo bueno— había olvidado que allí tengo «tan sólo» un megabit de velocidad en mi ADSL. La restauración tardó dos horas. Decidí empezar con esto tres horas antes de coger el vuelo de vuelta, así que la restauración se quedó a medias y ya tuve que esperar a llegar a Parla a recuperar la última copia de seguridad desde iCloud —suerte que hacía unas semanas había activado esta funcionalidad—, en lugar de hacerlo directamente desde iTunes. Esto dejó exhausta la batería durante la noche. Esta mañana salí del piso con la batería completamente descargada, con prisas, pero con la esperanza de que hubiese terminado. En la estación de RENFE me entero, por machacona megafonía, que hay problemas graves con los trenes y, lo que a diario es un paseo de una hora en tren directo desde Parla a Tres Cantos, se debía transformar en varios transbordos en estaciones al aire libre donde había que esperar veinte minutos al siguiente tren exhalando humo como un dragón. Sin móvil no he podido avisar que llegaría tarde. Tanto como tres horas y media más tarde de lo que esperaba llegar. Y ya había dejado trabajo «pendiente» el viernes antes de marcharme. Así que ha sido llegar y ponerme al tajo con ahínco desmedido. Algo que siempre se lleva mejor escuchando alguno de los cientos de discos, o miles de canciones, que tengo en mi biblioteca iTunes. De hecho, casi me resulta imposible «trabajar bien» sin mis cascos para aislarme del mundo y concentrarme en la tarea. Soy «adicto» a esos momentos, y «dependiente» de este mecanismo de abstracción.

Además del problema derivado de la liberación del terminal, el sábado me lancé a suscribir el servicio iTunes Match, por el que llevaba esperando muchísimo tiempo. Y no se me ocurrió otra cosa que, antes de terminar la restauración de la copia de seguridad de iCloud, indicar que a partir de ahora mi terminal se bajase la música directamente. He llegado a la oficina, he puesto a recargar el iPhone, lo he encendido cuando ha considerado él mismo que ya puede estar operativo, y he descubierto que aún no había terminado la restauración. Estaba intentando restaurar todas las aplicaciones usando la conexión 3G. Y he descubierto que, además, no tenía ninguna cochina canción precargada porque, al elegir la opción de iTunes Match en el iPhone, la biblioteca de canciones se elimina y espera que vayas eligiendo lo que quieres sincronizar desde la nube. Algo que no hice anoche porque, obviamente, estaba en plena restauración. Recuperar una copia de seguridad y descargar canciones usando 3G es algo que no está definido como posible en el universo conocido. Es de esos fenómenos que pueden producir bosones de Higgs que llevarían a una singularidad y a la destrucción de toda forma de vida conocida. Ante la imposibilidad de hacer algo útil al final he optado por apagar el móvil y esperar a volver al piso, bajo el amparo de la wifi, para terminar el proceso.

Pero aún hay más. Cuando el terminal resucitó tras la restauración, le dije a mi mujer que salía corriendo ya para el aeropuerto. Justísimo de tiempo, llegué a tiempo aún para el embarque. No pude disfrutar de nada de música en el vuelo, algo que me jodió mucho. Ni en el tren hasta Parla, algo que me jodió también. Pero lo realmente jodido fue dejarme atrás los retenedores de los dientes. Con las prisas, los olvidé sobre el lavamanos. Y hace apenas dos meses y medio que me quitaron la ortodoncia y la sustituyeron por unos retenedores de plástico que debo llevar, al menos durante los tres primeros meses, todo el santo día. Es algo pesado, pero te acabas acostumbrado y resulta imprescindible para que los dientes, después de dos años forzándolos a llegar a un lugar, no retrocedan hacia el punto de origen. Hasta el viernes no voy a recuperar los retenedores.

Así que, resumiendo, veamos qué ha pasado. Contrato iTunes Match y solicito a Movistar que me libere el teléfono móvil. Ello implica que casi pierdo el avión y que el teléfono se quedó a mitad de la restauración. Pero también que me dejé los retenedores atrás por las prisas. La recuperación de la copia de seguridad dejó frita la batería del móvil, así que esta mañana estaba desamparado sin posibilidad de comunicar a nadie que estaba bien, pero que llegaría tarde, ni de poder relajarme durante las sucesivas esperas escuchando buena música. Peor aún, cuando llego descubro que no hay posibilidades de escuchar nada de música y que el terminal aún no está operativo, por lo que sigo totalmente desconectado. Pero tengo que recuperar las tres horas y media de retraso y me pongo a trabajar frenéticamente, algo que sin música me resulta imposible y comienzo con el síndrome de abstinencia, que me lleva a apretar los dientes más de lo recomendable. Sin retenedores, que me dejé atrás porque se me hizo tarde porque estaba estresado por la restauración del iPhone contrarreloj, apretar los dientes más de lo recomendable puede derivar, de hecho, en que los dientes retrocedan a un estado previo a ponerme la ortodoncia. Esto significaría que, habría tirado por la borda tres mil euros de tratamiento.

Resumiendo lo resumido, por ahorrarme pasta con Movistar, igual al final voy a tener que gastarla en recuperar la posición en los dientes.

Si lo llego a saber, me quedo en Madrid este fin de semana.

viernes, 9 de diciembre de 2011

domingo, 4 de diciembre de 2011

Mejoras por accidente

Como decía en la entrada anterior, me he pasado el fin de semana «tocado». Sin muchas ganas de salir, he repartido el tiempo entre dormir, ver películas y probar cosas. La limpieza general de la casa, por otro lado altamente necesaria a día de hoy, me parece que lo dejaré para el martes o el jueves, festivos nacionales (qué grande es España por sus festivos, por mucho que le joda a la Merkel). Entre las cosas que quería probar estaba instalar el CMS Umbraco en el hosting que tengo contratado. Como resultado, desastroso por cierto, machaqué el directorio donde tenía la prueba de concepto de SilverSprite. Para colmo no tenía en el portátil (que reinstalé hace poco porque el Lion sobre el Snow Leopard iba realmente de pena). Así que, visto lo visto, y dado que cada vez le paso a más gente el enlace en cuestión, opté por mejorar el aspecto y, de paso, probar algunas cosillas en JavaScript (básico).



El resultado no me ha quedado demasiado mal. Tengo que corregir algunos problemillas (por ejemplo, el arrastrar el iPhone no termina de funcionar bien). Tampoco lo he probado en todos los navegadores, solamente en Chrome. Sin embargo, es bastante mejor a lo que tenía antes.

Al que le pueda interesar, el fondo elegido se corresponde con el artículo sobre el juego aparecido en aquella legendaria revista de nombre MicroHobby.

Alquilando películas en la red

Como he estado todo el fin de semana un pelín «tocado», decidí, que si al final no me llamaban para salir, me quedaba en casa descansando. Es lo que he hecho. Eso y ver películas. Tengo por aquí unos cuantos Blu-Ray que ver, pero tenía ganas de ver algo ligeramente «más moderno». Aprovechando que tenía aún montón de saldo en la PlayStation Store de cuando compré 'The Last Guy', me lancé a revisar la oferta para alquiler. Más bien una mierda es lo que tienen, pero bueno, decidí alquilar 'Soy el número cuatro'. Floja, bastante floja. Pero revisando lo que había tropecé con 'Sneakers', la de Robert Redford. Es una de esas películas por las que siento una especial debilidad.



En fin, que al final disfruté más de una película de 1999 que de una película de 2011. Por cierto, entre los comentarios sobre 'Soy el número cuatro' que hay en FilmAffinity, me quedo con

Tuneo para consumidores masculinos onda geek del neorromance teen acuñado por Stephenie Meyer: un 'Crepúsculo' para quienes llegaron tarde a 'Expediente X' (...) el clímax final tiene, por lo menos, nervio y energía

y con

Una película muy idiota

En cuanto al servicio de Play Station, pues no ofrece mucho donde elegir. Encima, para mi gusto, bastante caro. Oscilan los precios, pero te piden una pasta por algo que tan sólo puedes reproducir durante 48 horas desde el momento en que comiences a verlo. Al principio la descarga iba de vértigo —lógico con 30 Mb—, pero se detuvo durante un rato y, al final, es mejor esperar hasta que se haya descargado por lo menos el 40-45% antes de empezar a disfrutarla, no te vayas a quedar a medias en una escena de acción, como me pasó a mí.

Aún me queda dinero, así que supongo que ya alquilaré algo cuando mejoren el catálogo un poco.

Manual para el frío

El proceso es siempre el mismo. Empieza doliéndome la garganta. Sequedad intensa. Beber agua es sentir papel de lija bajándote por la garganta y la tráquea. Luego, dificultad para respirar. Mocos. Obstrucción nasal. Respirar por la boca, y más sequedad. Al par de días noto que baja a los pulmones. Tos. Más tos. Dolor punzante y ocasional. Dolor de cabeza. Mucho. Dificultad para dormir. Amanezco como un walking dead más. Y así durante unos días. A veces un par de semanas.

A raíz de la suspensión del servicio de Tranvía en Parla me las tuve que ingeniar para volver al piso, sito en Parla Este. En mi ilusión, creía que se tardaba menos —y es harto probable que se tarde menos, sí— pero sin conocer bien las calles, opté por seguir la línea del tranvía fantasma, que culebrean en exceso. Cuarenta minutos caminando, con una temperatura de entre cinco y siete grados, con un viento gélido que me perforaba el oído (manía de darme de lado, leñe) y, lo que tiene más delito, con una chaqueta que es más de entre tiempo que de invierno y a pecho descubierto únicamente protegido por una camiseta de Decathlon de algodón, cómoda y calentita, pero para el interior de casa, consiguieron despedazar mis defensas.

A los canarios nos deberían dar un manual de instrucciones cuando nos sueltan en el inverno madrileño. A seguir tosiendo hasta que se me pase.

martes, 29 de noviembre de 2011

Periodismo sincero

Hace bastante tiempo que no cojo la prensa gratuita que una suerte de repartidores intenta colocarte a la entrada o salida de las estaciones de Cercanías. Si leo algo relativo a las novedades que acontecen en el mundo —y no me refiero al periódico de Pedro J.— lo hago en el iPhone o en el iPad. Ayer no iba a ser el caso (aún peleaba con las legañas), pero me llamó la atención el gran titular del ADN que leía el que tenía sentado en frente. Así que entré en la versión en línea y leí el artículo 'Cuando el insulto se convierte en norma'. Breve, publicista y, al final, claramente escorado hacia la derecha (algo que el periódico en general abandera). Me quedo con el siguiente párrafo:

El presidente de Gobierno saliente y el entrante son dos de los grandes insultados. Cruz recomienda no olvidar ahora los insultos a Rajoy de cierta prensa. Tampoco a Zapatero, "aunque él estimulara a veces el insulto", a quien hubo que 'proteger' de la algarada en la pasada fiesta de la Hispanidad, el 12 de octubre.

Me he permitido subrayar lo que arrancó una sonrisa. Efectivamente, «hijo de puta», «bujarra de mierda» y «negro comemierda» son insultos directos, impactantes y, por desgracia, de uso más generalizado, a veces por generaciones de edad más reducida, del que quisiéramos. Pero si bien está todo el mundo de acuerdo en que la violencia de género no se expresa únicamente con la agresión física —para el que no lo pille rápido, son casi más desastrosos los malos tratos psicológicos—, el insulto no se demuestra únicamente en la palabra, sino también en el gesto, en el talante y, a veces, en algún que otro ripio. Así que para un ilustre ponente, que habla del abuso del insulto en la sociedad moderna, expresiones tales como «cierta prensa» y «aunque él estimulara a veces el insulto» dicen mucho de lo que se puede esperar. ¿O es tal vez un vicio adquirido, la contaminación inevitable, en la búsqueda de la verdad insultante?

Por cierto, no deja de resultarme curioso que, justo ahora, que se avecina lo que no está escrito, empiecen las voces afines a la bandera azul con una gaviota como blasón a enumerar los vicios de una sociedad que ellos mismos se han pasado dos décadas fomentando. Si es que, en el fondo, y para todo, somos dignos herederos (pronto desahuciados) del PP. Para habernos matado, oiga usted.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Agravios comparativos

Hace un rato que he llegado de pasar el fin de semana en casa, Las Palmas. Allí salí en camiseta de manga corta. Aquí tuve que calarme la chaqueta y exhalaba humo por la boca.


Pues sí que hay diferencia, sí.

viernes, 25 de noviembre de 2011

¿Mala compra?

Desde principios de año me picaban las ganas. Aprovechando el viernes negro en Xamarin me lancé a hacerlo. 230€ —al cambio— menos y tengo la licencia de desarrollador de MonoTouch.



La economía doméstica no está pasando su mejor racha, pero tenía ganas de hacer «algo». Ahora queda que, efectivamente, lo haga. ¿Ideas?

Sea como fuera, ya tengo mi regalo de reyes.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Malas vibraciones

Me despertaba esta mañana a las 5:20, como casi todas las mañanas. Hoy, con la tranquilidad de haberlo dejado todo dispuesto la noche anterior —incluso la higiene íntima— decidí remolonear en la cama. Me acompaña siempre mi iPad, como libro de mesa de noche. Abrí la aplicación de El País y me puse a leer los titulares destacados. Una entrevista a Rajoy se llevó la mayor parte de los diez o quince minutos que demoré levantarme.

Que gane el PP no es algo que me preocupe en exceso. Era algo previsible y, siendo como son, ya sabemos lo que recibiremos (por mucho que escatimen en dar respuestas sobre sus planes concretos). De hecho, puedo decir que Mariano Rajoy me resulta simpático. Tiene ese punto de tonto honroso, de esos que harán lo posible por cumplir sus promesas, que hasta lo hace simpático y, me arriesgo a sugerir, hasta entrañable. Lo malo del PP no es Rajoy, es la cohorte de buitres, por un lado, y fundamentalista, por el otro, que sustentan y ansían el poder a toda costa. Esos, la mayoría, que están en la sombra y, como parte visible del iceberg, lo tenemos en esos políticos de ultraderecha que se llaman de centro y que van dejando esa herencia difícil de soportar.

Pese a todo ello, y como decía, Rajoy no me cae mal. Pero me preocupa. Lo veo demasiado contento y alegre. Entrevista que leo, comentario que escucho, parece encantado con ser elegido presidente en unos días. Tal como yo lo veo, a todos nos gusta recibir en premio una herencia de un tío abuelo del que no conocíamos su existencia. Nos hace ilusión. Lo que no nos la hace tanto es cuando llegamos a ver la casa victoriana recién heredada esperando deleitarnos con la visión de una magnífica mansión y encontrarnos un cenagal de mierda como cimentación y una casa sin techo comida por las termitas. Sin embargo a Rajoy parece encantarle esa idea. Y, meditando en ello esta mañana, mientras buscaba el escondite que tiene mi pito contra el frío para la primera micción matutina, fue que recordé las palabras del fantástico libro 'Un mundo feliz' y que ya cité aquí:

     El Salvaje movió la cabeza.
     —A mí todo esto me parece horrendo.
     —Claro que lo es. La felicidad real siempre aparece escuálida por comparación con las compensaciones que ofrece la desdicha. Y, naturalmente, la estabilidad no es, ni con mucho, tan espectacular como la inestabilidad. Y estar satisfecho de todo no posee el hechizo de una buena lucha contra la desventura, ni el pintorequismo del combate contra la tentación o contra una pasión fatal o una duda. La felicidad nunca tiene grandeza.

Me da mal rollo que este hombre esté tan contento con lo que se le viene encima. Me da a mí que lo que le alegra es la posibilidad de grandeza que conlleva las grandes penurias a las que nos vamos a ver sometidos. La idea de convertirse en héroe salvador de la patria que, con el sacrificio, logró rescatarnos del pozo de mierda en el que ellos mismos (no vayamos a ser tan estúpidos de creernos, a estas alturas, que los azules no participaron también en la fiesta del despilfarro y la hipocresía financiera). Me preocupa, porque en realidad, lo que viene no es motivo de alegría. Sus próximos y predecibles recortes son mucho más que «apretarse el cinturón». Significan que gente, tal vez mucha, lo pasará realmente mal. Sí, posiblemente al final de la experiencia, llegue la sensación de haber superado los obstáculos; de habernos crecido contra la tormenta. La sensación de satisfacción personal que puede dar el superar la prueba de caminar sobre brasas ardiendo. Las preguntas, sin embargo, son: ¿Cuántos habrá que dejar atrás como sacrificio? ¿Y, lo que me da malas vibraciones, en realidad debe haber alegría en afrontar esta ejecución lenta? A ver si va a resultar que en realidad cree en esa educación de jesuíta sobre aquello de que las vicisitudes y las penurias de este mundo lo hacen a uno grande y digno de merecer entrar en el cielo. Si eso es lo que busca, entonces que no siga, que yo le pago la dominatriz que le ponga el culo morado y que, por favor, dejen al cargo a alguien que se preocupe menos por el sacrificio y más por resolver el problema de la forma menos dolorosa posible para la nación.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

A estos no

Acabo de regresar de Correos. Supuestamente hoy era el último día para enviar el voto por correo, que solicité el lunes de la semana pasada y cuya notificación de entrega recogí esta mañana cuando salía para el trabajo. Así que me presenté en la oficina para recoger el sobre y, de paso, votar. Supuestamente hoy era el último día, pero finalmente lo han ampliado hasta mañana.

Pensé que iba a tardar más, pero en una hora volvía a estar en la calle. Había muchísima gente en la oficina de Correos para lo mismo. El resto eran negros que enviaban o recogían paquetes. (Juro que era estrictamente así y que no es ninguna salida en plan racista). Estaba doblemente sorprendido. Seríamos unos treinta los que estábamos allí por el asunto del voto por correo —incluso hubo una chica que fue simplemente para informarse, ya fuera de plazo, sobre el proceso para pedir el susodicho— y, entre todas esas sardinas humanas, pude contar unos siete u ocho negros —u hombres de color, como se prefiera y suene menos racista— para otros menesteres. Con tanta gente votando a última hora, no me extraña que hayan ampliado un día.

Hay que ver la cantidad de papel que se desperdicia. Hay una papeleta blanca por cada partido. Y tan sólo puedes usar una. Iba a tirarlas a la basura cuando me di cuenta que estaría bien dejar claro a quién no pensaba votar ni de broma (si las tengo en casa es, obviamente, porque no la metí en el sobre).


Parafraseando al señor Pons, en ejpagña —bueno, lo de «ejpagña» es cosa mía— no queda nadie tan idiota como para votar al PSOE. La pregunta (puramente retórica, que ya sabemos —o intuímos— lo que pasará el próximo domingo) es si hay alguien lo suficientemente tonto como para votar al PP y, casi peor aún, a Coalición Canaria. El fin del mundo comenzó con el 20N. Queda dicho.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Verdades sobre la globalización

Ayer se fastidió el plan de tarde de cine que teníamos previsto mi amigo David y yo. Para pasar el rato —y desquitarnos— nos acercamos al Media Markt a ver qué películas tenían por menos de 10€. Me tropecé en BluRay con 'El indomable Will Hunting' y no me lo pensé dos veces. Junto con la segunda parte de 'El padrino' —a 9€— ese fue mi botín de guerra.

'El indomable Will Hunting' es una película que me encanta. Aunque hace muchísimo que no la visionaba. Hoy, festivo en Madrid, decidí que después de pasar la mañana como marujo limpia que te limpia, bien valía la pena acurrucarse en el sofá para esconderse del creciente frío mientras disfrutaba de la película en la calidad de vértigo que da la alta definición. Muchos de los diálogos los había olvidado (revivir buenos diálogos de las películas es lo bueno de hacerse senil), y muchos son cojonudos. Pero la diarrea verbal argumentando el motivo para no trabajar para la NSA, es especialmente bueno.



Una forma interesante de explicar el fenómeno de la globalización.

martes, 8 de noviembre de 2011

Al gimnasio pero ya

…dado que ya empezaba con mal pie y justo de tiempo el día, tampoco quería llegar muy tarde al trabajo. Correr a seis grados para coger el tranvía y sufrir la ceguera de las gafas empañadas cuando entro en el vagón por tanto calor humano reconcentrado, no tiene (des)precio. El fenómeno de las gafas es de esas experiencias que no apreciaba lo más mínimo —más bien despreciaba— cuando estuve en Madrid a finales del 2009. Y esto no ha hecho más que empezar. A medida que avance la llegada del invierno, y bajen las temperaturas, la cosa será más grave. Uno parece un tonto sin saber dónde agarrarse porque los cristales parecen hechos de leche (casi una referencia al magnífico libro 'Ensayo sobre la ceguera'). Quitarse las gafas, para un miope inmenso como yo, no es mejor solución.

Pero lo peor es que, después de correr doscientos metros, estuve jadeando cinco minutos. A este paso no llego a los cincuenta como no empiece a cuidarme. Decidido, sí que sí, que esta semana me paso por el gimnasio a preguntar.

hitchconiano perdido

…mientras trajinaba pa'lante y pa'trás en la cocina, pude ver un fugaz reflejo de mi perfil en la ventana de la cocina —es lo que tiene cocinar de madrugada, que la oscuridad exterior convierte en espejos de feria los vidrios de las ventanas— y tuve la sincera sensación de parecerme cada vez más al grande Hitchcock. De ahí se derivaron dos hilos de pensamientos paralelos —para ello cuento con dos hemisferios cerebrales—. El primero que tengo que poner pronto remedio a la panza incipiente de un precuarentón. Esta misma noche me paso por donde el gimnasio a preguntar por algún plan de ejercicios ligeros. Segundo, que me han entrado unas ganas irrefrenables de volver a ver La soga.

Y…

Tiembla Arguiñano, ¡Tiembla! (2)

Esta mañana abrí los ojos como platos tomando dura y plena conciencia de que no había sacado la comida del congelador el día anterior y que, por inducción deductiva, no tendría qué almorzar hoy en el trabajo. Soy pobre, como el banco insiste en recordarme, así que eso de comer fuera lo dejo para los jueves, salvo que la imperiosa necesidad se imponga, ya que el jueves viene a ser el día madrileño del colegueo restaurantil. El menú cuesta ocho euros. No es mucho, la verdad, y es algo más bien raro en Madrid, donde lo mínimo son diez, pero con eso puedo comer hasta tres días, según lo sibarita que me ponga.

Así que ni corto ni perezo, casi sin restregarme las legañas de los ojos, me metí en la cocina e improvisé unos macarrones con tomate. Mientras se guisaban los macarrones en la fussion —sí, sí, soy un fussionita más—, sofreía unos pocos trocitos de cebolla dulce en una sartén, que una vez ligeramente dorados —alguno salió aún peor parado que eso—, fueron acompañados por unos champiñones en laminas de lata y que, todo ello junto, una vez caliente, fue acompañado de un tetrabrick de tomate frito, ligeramente azucarado para restarle la acidez del fabricante, y que concluyó, una vez caliente todo, con un poco de atún de lata. Todo ello echado sobre los macarrones guisados seis minutos y enfriados bajo agua para que se quedaran al dente y ligeramente espolvoreado con albahaca. La operación no llevó más de diez minutos. Lo que ya no tengo tan claro es si ese mejunje improvisado será comestible o si, al final, tendré que acercarme al restaurante a por el menú de ocho euros.

Lo que me queda claro es que, a este paso, monto mi propia cadena de restaurantes en un par de años. A Arguiñano ya lo tengo superado. Ahora voy a por el Jaime Oliver ese. Se va a cagar.

Y…

Actualización de las 15:55: Después de almorzar puedo confirmar, y confirmo, que el mejunje no quedó tan malo, después de todo. La pasta, de esa económica, por no decir directamente que «barata», del Carrefour, le restó impacto gustativo al experimento estreso-mañanero. Repetiré, seguro. Esta vez espero que con más tranquilidad.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Dragonheart, again

Una vez al mes, coincidiendo con la primera visita que hago a mi casa, a ver a la mujer y, si da tiempo, a la familia, me enchufo a la iTunes Store y me compro algún disco. Es una práctica que llevo haciendo, en realidad, desde antes de irme a Madrid: Todos los meses cae algún disco. A veces, muchas veces, que es lo malo, más de uno.

En general lo que hago es pasear por las diferentes secciones y elijo alguno que me atraiga la atención. Es rara la ocasión en la que vaya a tiro hecho a por uno en concreto, pero hoy he ido a buscar el que me interesaba: la banda sonora de Dragonheart, compuesta por Randy Edelman. Supongo que tiene mucho que ver que disfrutase de la película justo hace unos días como un niño pequeño, tal como lo hiciera ahora hace una cantidad amoral de tiempo. Randy Edelman no es uno de los compositores que tenga en especial estima, pero esta banda sonora es hermosa y acompaña muy bien en los largos, e invernales, paseos en tren. A disfrutarla toca(rá).

martes, 1 de noviembre de 2011

Dragonheart

No me esperaba hoy ver Dragonheart. La han puesto en TNT esta tarde. Tenía encendida la tele como compañía para no sentirme como un autista y empezó después de un capítulo de Big Bang Theory. Me quedé electrizado viéndola. O mejor dicho, volviendo a verla. Hacía muchísimos años que la vi por primera vez y me pareció una historia fascinante. Un cuento realmente hermoso. Hoy la he disfrutado igual que la primera vez.


Es una de esas películas que hay que ver con la mente de un niño. Es de esas películas que le hacen sentir a uno un poco mejor.

domingo, 30 de octubre de 2011

Me cago en Doña Manolita

Hace una semana pasaba por Doña Manolita a pillar unos décimos como encargo. Detesto las aglomeraciones y las esperas basadas en superticiones —hay que ser bastante tonto para creer que comprando un décimo ahí aumentarán las probabilidades de que te toque el gordo, o cualquiera de los premios—. El único que realmente gana, cuando se difunde la creencia de que ahí toca a menudo, es el propio establecimiento. Por supuesto, si todo el mundo compra en un único local, la probabilidad de que toquen premios a los décimos comprados en ese establecimiento aumentará. Lo que, en lo que se conoce como retroalimentación positiva (para tontos del bote), hace que más gente compre ahí. Lo que, a su vez, implica colas más largas y más probable que los premios vuelvan a tocar, año tras año, a los vendido en el lugar en cuestión. No, desde luego que no hubiese hecho cola nunca de no tratarse de un favor. Para mi fortuna, soy ajeno a las supersticiones baratas.

Hoy he vuelto a esperar mi turno. Hubo un equívoco en la comunicación de la organización de los apostantes y encargaron un décimo menos de los que correspondía. Así que me presenté, otra vez como favor, para preguntar si era posible conseguir otro décimo de la misma serie. Tras esperar un rato, la conversación se desarrolló más o menos así:

     —Buenas tardes, venía porque hace una semana compré varios décimos del mismo número y quería saber si hay posibilidad de conseguir…
     —¡No nos queda! —respondió de forma bastante brusca y sin dejarme terminar de hablar
     —Pero cómo que no les queda, si aún no…
     —¡No! ¡No! Es que aquí se vende todo de un día para otro y le aseguro que no lo tenemos
     —Ya, pero es que el número tampoco era muy atractivo —decía yo con cierta expresión de desagrado por el trato —así que igual…
     —Le he dicho que no nos queda —volvió a responder, un poco más suave esta vez, viendo mi expresión de enfado —. No es que no quiera mirar, es que sé que no lo tenemos porque aquí se vende todo de un día para otro, imagínese si hace ya una semana que lo compró.
     —Aja. Bueno, pues gracias —dije ya girándome como despedida
     —Buena suerte —que sonó a mis espaldas casi como una burla

Hoy volvía a salir de este establecimiento cutre con la sensación de ser ganado. No entiendo cómo la gente es tan tonta de dejarse tratar así simplemente por la absurda creencia de que aumenta sus posibilidades de que les toque si hacen penitencia hasta Doña Manolita. Y no es que no crea que le faltara razón a la dependienta sobre qua ya estaba vendido. Me desagradó profundamente la forma en que desprecian al cliente. Estoy seguro que la tipa podía haber hecho un pequeño esfuerzo en ser más comedida y expresarlo de otra forma, tampoco pedía que hiciera el teatro de buscarlo, simplemente expresarlo de forma menos pueril; pero no, a la señorita le salió de donde le salió tratar con desprecio al menda y a la señora que atendió justo antes, que abandonó la ventanilla con expresión compungida. Desde luego, si hay una relación entre el trato demostrado y el tamaño del higo de la chacha tras el cristal, la niña debía tener la raja como el carril bici de la Estrella de la muerte, ese mismo por el que Luke coló su X-Wing para zumbarles la banana a los magnates del sistema y en defensa de los indignados del siglo treinta mil.

En fin, que última vez que voy a ese antro de mierda. Seguiré comprando al vendedor de turno que me tropiece por ahí. Seguro que, lo compre donde lo compre, seguiré teniendo el mismo 0,001% de probabilidad de que me toque el gordo —es más probable que te caiga un rayo a lo largo de tu vida—, pero al menos echo una mano a un vendedor que se gana la vida honradamente y no a una pelandusca que vive gracias a un pueblo de tontos que anda más dispuesta a creer en raticulín que en la Ley de los grandes números. Pero es lo que tiene las matemáticas, no entienden de supersticiones, creencias ni supercherías. Y, por fortuna, ni de gilipolleces.

La App Store la carga el diablo…

La madre que parió a la App Store y a los fanáticos que rememoran grandísimos juegos, tanto como para reversionarlos (incluso mejorarlos gráficamente) para los dispositivos móviles. Otra mañana de domingo tirada por el retrete.



Si no eres capaz de reconocer estos dos juegos, o eres demasiado joven, o estuviste muerto de cintura para arriba en la década de los ochenta y principios de los noventa. Son obras de arte que no requieren presentación.

lunes, 24 de octubre de 2011

Tiembla, Arguiñano. ¡Tiembla!

Soy un absoluto negado en la cocina. Y en muchas otras cosas. Pero ser un negado en muchas otras cosas no pone en peligro mi vida, ya que ser un negado en la cocina, viviendo sólo como vivo ahora, supone poder morir de hambre o alimentarme exclusivamente de pizzas, macarrones, hamburguesas y reventarme el corazón con trescientos kilos de grasa en las arterias. Mi mujer, una santa en muchos aspectos, y genial cocinera, no me ha dado por perdido e insiste en animarme a que me lance a comer mejor, que no más. Así que para acompañar la crema de calabazas (riquísima) que tengo lista para mañana, me animó a prepararme un rehogado de setas y champiñones y unos filetes rusos. Y, tras consultarle casi cada paso por teléfono, el resultado ha sido cojonudo.


Estoy muy orgulloso. A este paso pronto podré montar mi propio programa de cocina: «yo me lo guiso, yo me lo como, y tú te jodes mirando sin probar bocado». Tiembla, Arguiñado, tiembla.

Nullable<Me>

Pensé que no tocaría hacerlo, pero finalmente ha sucedido. Se mantienen dos ramas de código, del mismo código —mejor dicho, de código parecido— para que compile en Framework 1.1 (año 2003) y Framework 3.5 (año 2007) de .NET. Tanto a nivel sintáctico como semántico, la versión 3.5 es muchísimo mejor. Y no entiendo la obstinación por mantener las dos ramas, cuando la destinada al código 1.1 N-O S-E U-S-A y estamos a las puertas de que aparezca la versión 4.5 o la 5, directamente, y que traerá cosas tan chulas como el mecanismo async para definir métodos (algo que ya está en F#). Pero ha tocado y llevo todo el día peleándome con esto. He tenido que adaptar toda la semántica de tipos nulos, incorporada a partir de la versión 2.0 del Framework y de la que he hecho uso intensivo en el proyecto, posible y de uso grácil con el aporte de los genéricos y que permite escribir cosas tan sencillas como las del siguiente código (las dos formas son aceptables y significan lo mismo), sin recurrir al boxing y al unboxing:

 
Nullable<int> enteroConNulo = null;
int? enteroConNulo2 = null;
 

Para ello he tirado de la biblioteca NullableTypes. Descubrí esta biblioteca a finales del año 2002 o a principios del 2003, no recuerdo, y se convirtió en eje fundacional de la base de datos orientada a objetos que estábamos montando en la empresa como parte del proyecto en el que estábamos trabajando entonces. Hace tanto tiempo de eso que no terminaba de recordar el nombre y he tenido que andar rebuscando aquí y allá, hasta que di con ella. Lo que me sorprende es que aún exista la página, que no se toca desde 2004. Increíble esto de Internet, sí señor.

Aquí queda anotado por si dentro de otros ocho años me piden que adapte el código desarrollado para el Framework MIL a la versión 1.1. Visto lo visto, son capaces de mantenerlo para entonces.

domingo, 23 de octubre de 2011

¿Tocará?

Hoy domingo, que abre todo en Madrid, he pasado —aprovechando que además está mi mujer por aquí este fin de semana y nos dábamos un paseo— por Puerta del Sol para comprar en Doña Manolita, administración de Lotería conocidísima en todo el territorio, para ejecutar un recado que me encomendaron. Obviamente algo pillé para mí. Y más obviamente aún, no voy a poner el número para que nadie lo conozca. No es de extrañar que siempre toque algo ahí, si la mitad de España compra en ese establecimiento, de aspecto bastante cutre, y la otra mitad en Las brujas de oro, con demostraciones de ostentación excesivas para mi gusto (visitamos esa administración en las vacaciones por Pirineos del año pasado).


Anotar que el trato no fue de nuestro agrado. Después de esperar, menos de lo que temíamos, eso sí, nos trataron poco menos que como a ganado y en plan «son lentejas, si te gustan bien, y si no, las dejas». Vamos, que no pude elegir el número, sino aceptar «el primero que encontré».

Pese al trato, como nos toque, saldrán amigos hasta por el desagüe del fregadero. Cochina crisis. Cochino dinero.

I'm your man

Justo hace unos días saltaba de forma aleatoria en mi iPhone esta canción del magnífico Leonard Cohen, un cantante, un poeta, ahora reconocido por la Fundación Príncipe de Asturias con un premio. Un gigante de la música, sí señor. Un gigante.

sábado, 22 de octubre de 2011

¿Feliz Navidad? ¡Cómo que Feliz Navidad!

¡Si estamos a veintidós de octubre y aún faltan dos meses!

Visto en el Carrefour que hay al lado del piso donde vivo.

Parece que no, pero dos meses significan el 16% de un año (una sexta parte). A mí me parece demasiado tiempo dedicados a recordarnos que se nos echa encima otra Navidad. Cuando, además, dura apenas dos semanas.

Que estrés, por dios.

viernes, 21 de octubre de 2011

La imagen de la semana

Creo que esta va a ser la imagen de la semana, al menos de mi semana:


Al final me he decidido y, aprovechando que tengo una velocidad de descarga de vértigo, acabo de instalar el león. A ver cómo ruge el nuevo cachorrito.

¿iPhone 4S?

Acabo de caer en la cuenta que hace algo más de una semana que mi iPhone 3GS cumplió dos años. Además de haberse convertido en herramienta imprescindible de mi día a día, hasta el punto de meditar la posibilidad de injertármelo quirúrgicamente para no perderlo nunca de vista —lo que plantea el problema de por dónde lo cargaría, a posteriori—, significa que acabó la obligatoria permanencia de dos años con vomistar Movistar. Lo que, a su vez, significa que podría irme con otra compañía que me deje el plan de datos más económico y/o plantearme la posibilidad de dar el salto al nuevo modelo que acaban de sacar. ¿Alguna operadora que quiera ofrecerme el 4S a un precio razonable? Aunque la pregunta obvia es si merece la pena. De momento me parece que no voy a preocuparme del asunto. Al menos hasta febrero o marzo del año que viene. Seguiré unos cuantos meses con mi apreciado iPhone 3GS. Al 4S no creo que le sacase provecho ahora mismo.

Un plan de datos más económico sí que voy a empezar a buscar en las próximas semanas, aunque me parece a mí que no será con Yoigo. Permanezcan atentos.

jueves, 20 de octubre de 2011

¡Coño! ¡Qué frío!

Eso es lo que pensé esta mañana de camino al tren en Parla, soportando unos ocho grados, y nuevamente al bajarme en Tres Cantos, con apenas uno o dos grados más. Como dicen por aquí, hacía una rasca de cuidado. En una semana han bajado las máximas unos diez grados y las mínimas entre cinco y seis grados. Y la próxima semana prevén que empezará a llover. Hemos sufrido un verdadero descalabro de las temperaturas en tan solo una semana. Más acelerado que el sufrido por la economía mundial. De seguir así, en un mes sufriremos una glaciación.

Y pensar que hace una semana estábamos deseando que llegase el frío. Qué volubles son la voluntad y el deseo humanos.

martes, 18 de octubre de 2011

Tal día como hoy…

Hace trece años. La que ahora es mi mujer y yo empezamos nuestro noviazgo. Y aún sigo pensando que es lo mejor que me ha pasado en la vida :-)

viernes, 14 de octubre de 2011

Ya he terminado con Falling Skies

Bueno, ya he terminado de ver la primera temporada de Falling Skies. Después de ver el primero estuve tentado de no seguir. Demasiado ñoño y pusilánime. Pero mejora considerablemente a partir del cuarto. Aunque, cierto también es, que no es como para tirar cohetes. Que bien podemos sacrificar a una buena parte de la Humanidad sin montar tanta parafernalia. ¿Alguna raza alienígena interesada en una buena cantidad de carne? Sobramos seis mil millones. Esos son unos treinta millones de toneladas de carne roja de la mejor calidad.

¿Ha sonado un poco hitleriano? ¡No era mi intención! Vaya como disculpa el trailer.

Michael

Es que cada vez que lo veo, me gusta más:



Visto originalmente en el blog de adastra.

¿50 gigas? ¡50 gigas!

Amanecía hoy leyendo un correo que me envió el amigo sulaco. Hacía referencia a que Box.net regalaba 50 Gb a los usuarios de dispositivos iPhone o iPad. He corrido como las marujas el primer día de rebajas para hacerme con mi cuenta.

¿Y ahora qué hago yo con tanto espacio?

Es una pregunta retórica. Tengo clarísimo en qué voy a usar todos esos gigas. Los 4 Gb de Dropbox, de los que estaba tan ufano, me van a parecer una mierdita ahora.

jueves, 13 de octubre de 2011

Otro que se va

Abro el Facebook y lo primero que me encuentro es que otro de los grandes de la Informática, en este caso Dennis Ritchie, ha muerto recientemente. Lo triste es que la muerte de Steve Jobs eclipsó la noticia, porque hace ya unos cuantos días que falleció.

Descanse en paz.

Mierda de Facebook. Sólo sirve para enterarme de las malas noticias...

¡Niña! ¡Eso no se dice!

Hoy amanecíamos en el trabajo con un misterio. Una compañera me enseñó lo que le había pasado con su móvil, con un sentimiento entre angustiada e indignación. Un SMS que confirmaba, a su vez, que se había enviado «puta» a un teléfono que, casualidad, resultaba el de la madre. «¡Pero si yo no he mandado nada!». Investigando un poco descubrimos que es algo parecido al DictaSMS de Vodafone, pero de Movistar. En algunos foros se quejan que Movistar ha activado la transcripción de mensajes del buzón de voz del destinatario, cobrando lo que no está escrito, peeeeeeeero sin siquiera decírselo al que llama y sin señal acústica de comienzo de grabación. Cuidadín, cuidadín, con lo que se dice mientras se espera a que el llamado responda, que si no responde a saber lo que va a recibir. Ya se sabe, las palabras las carga el diablo. Y niña, por favor, no le digas eso a tu madre.

Eso sí, todo vale para sanear las cuentas de Movistar y que sus accionistas puedan repartirse dividendos a final de año. Los pobres lo deben estar pasando fatal. A este paso te acabarán cobrando hasta por establecer conexión cuando enciendes el teléfono. Vaya, ya les he dado una idea.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Calor innatural

He llegado de vuelta a Madrid, en particular a Parla, tras pasar cinco días en Las Palmas con mi mujer, a la que sigo echando de menos. He llegado para encontrarme casi 30 grados de temperatura a las nueve de la noche en otoño. No soy oriundo de esta provincia, pero a mí máximas de treinta y poco en mitad de octubre no me parece algo natural. A este paso va a ser cierto que el Mundo se acaba en 2012. En fin, parece que la próxima semana empiezan a bajar las temperaturas y que apenas sobrepasarán los veinte grados de máxima. Caída abrupta, me temo. Gripes y gripones a la vista.

Con Yoigo a la puta mier…

Que me lo expliquen. ¿Para qué coño necesitan que presente la domiciliación de dos recibos junto con el documento original enviado por la compañía para contratar un puto plan de datos para el iPad que cuesta 8 €  al mes? Madre mía la de viajes tontos que he dado para que finalmente me dijeran que les salta como persona de "riesgo" y que tienen que hacerme un estudio de viabilidad. ¿Para un puto plan de datos de 8 € al mes? Niña, si tú supieses cómo son mis finanzas, me parece que te ibas a dejar de tantas gilipolleces. Nada. Contratado el plan de datos de 1 Gb con Simyo por Internet, que no te piden nada más que la cuenta en la que te cargarán el recibo. Eso sí, no necesitaba tanto y me corría un poco de prisa. Desde luego, así Yoigo se dejará querer mucho. Por mi parte se pueden ir a tomar mucho por el culo.

lunes, 10 de octubre de 2011

Batman 2, ¡qué ganas!

En un par de semanas saldrá a la venta. Aunque yo esperaré hasta que baje de precio. Pero reconozco que tengo muchas ganas de ponerle las manos encima.



Aunque resulte increíble, aún no he usado la PS3 para jugar en lo que va de año 2011. Bueno sí, repetí el God of War III en marzo. Nada más.

Star Wars: Acabé con la segunda primera trilogía

Dudaba entre empezar a verlas según la grabación original o según la cronología de la historia. Opté por verlas según la historia, gozando sufriendo primero las más modernas, antes de ver las clásicas. Hacía tanto tiempo que las vi en el cine —tras lo que no volví a verlas nunca— que no recordaba lo tontas que son.

Lo mejor, sin duda, la pelea entre Yoda y Dooku. Hace gracia ver al enano verde dando esos brincos y peleando con tanta vehemencia.

Cuenten que viví en los tiempos de Steve Jobs

Si alguna vez cantaran mi historia, cuenten que caminé entre gigantes. Los hombres brotan y se marchitan como el trigo invernal. Pero estos nombres nunca morirán. Cuenten que viví en los tiempos de Bill Gates, domador de ordenadores. Cuenten que viví en los tiempos de Steve Jobs.

Inspirado en la secuencia final de Troya:



Sea pues mi tributo personal a un gigante que nos ha dejado.

sábado, 8 de octubre de 2011

Unos días en familia

Pues eso, que he venido a Las Palmas a pasar unos días con mi mujer y mi familia. El día 9 es festivo en Madrid y solicité lunes y martes como días de vacaciones. Total, si finalmente acaba la cosa en diciembre, pues por lo menos poder ir disfrutando los días que me corresponden. En octubre esta será mi única visita.

En estos días previos he descubierto que Ryanair comienza a operar en noviembre los viernes por la tarde. Hasta ahora el único vuelo de ellos salía a las 7 de la mañana y, aunque uno tiene una buena surtida cuenta de superpoderes, el don de la ubicuidad no se cuenta entre ellos. Es difícil estar despegando a las 7 camino de Las Palmas y resolviendo asuntos en la oficina de Tres Cantos al mismo tiempo. Ahora puedo venir el viernes al salir del curro. Entendiendo siempre que me refiero a un precio razonable. He tenido suerte y he conseguido vuelos a muy buen precio —a precios que nunca más creí que conseguiría— para casi todos los fines de semana del mes de noviembre. Vamos, que con lo que hasta ahora me venía un fin de semana (entre 130 € y 160 €) en otras aerolíneas, con Ryanair vengo dos fines de semana y medio. Personalmente creo que es una gran diferencia.

De paso he traído la saga de Star Wars (el último pecadillo cometido hasta el momento). En Madrid tengo televisión LCD y reproductor BluRay (la PS3), pero estas películas hay que disfrutarlas en mi tele grande con mi home cinema de sonido envolvente a todo volumen. Los vecinos me apreciarán mucho estos días.

jueves, 6 de octubre de 2011

Cuando es tan fácil que todo el mundo lo usa...

Leía esta mañana en el ADN la siguiente microrreseña:

Comunicación. Algunos expertos creen que utilizar el PowerPoint contamina el mensaje y nos vuelve más estúpidos, si cabe.

Lo que me mola es el «si cabe» del final. Y, sí, no puedo estar más de acuerdo.

La noticia extendida en la web: http://www.adn.es/lavida/20111004/NWS-1351-Malo-PowerPoint-estupidez-criticas-Frommer.html

Descanse en paz

Steve Jobs.

martes, 4 de octubre de 2011

Mala noche, mala leche, mala sangre, segunda parte

Por cuitas culinarias —tan sólo a mí se me ocurre tener el antojo de verdura al vapor cuando mi mujer me dejó el congelador repleto de exquisita comida, suficiente como para alimentarme varias semanas—, anoche no logré acostarme hasta hora y media más tarde de la hora límite que me había fijado para meterme en el sobre; que ya de por sí es tarde. Caí inconsciente en segundos pensando que, al menos cuatro horas y media de sueño serían suficientes para afrontar los retos del día siguiente. A las tres de la madrugada me despertó un dolor intenso en la mano. Daba la sensación que me habían arrancado un trozo de carne de un mordisco. No me lo podía creer, otra vez me había picado un puto mosquito. Me levanté hecho un basilisco, arremetí contra él —dado el tamaño medio de los ejemplares que habitan en Parla no es difícil localizarlos incluso con miopía y sin gafas— y le solté un tremendo guantazo, importándome un rábano el ruido y los vecinos. No me esperaba el espectáculo de vísceras y sangre. Está claro que andaba aún bien hinchadito de —con mi— sangre que, a diferencia del otro, en lugar de necesitar varios golpes para acabar con él, a la primera caricia explotó. Madre mía, vaya sangría. Y qué rojo tan intenso.

Varios efectos se derivan del acontecimiento nocturno:

  • Que los vecinos acabarán presentando un escrito para echarme del edificio por los ruidos nocturnos
  • Que he puesto en serio riesgo la integridad estructural del edificio por la tremenda piña que le solté a la columna (amortiguada levemente por el cuerpo del mosquito)
  • Que otra vez he dormido una mierda (por la excitación de la pelea me desvelé durante una hora aproximadamente), que me he levantado hecho una piltrafa —más de lo normal—, y que voy a requerir dosis masivas de café para soportar las horas que se presentan por delante
  • Que he perdido un litro de sangre y sufriré anemia perniciosa durante las próximas semanas
  • Y que voy a tener que pintarle las paredes a la dueña del piso antes de dejarlo para ocultar mi crimen

¿A que va a resultar que la noche de los lunes es «la noche temática de los mosquitos» en Parla y yo no me he enterado?

No tengo muy claro si la hinchazón de la mano se debe a la picadura o al puñetazo. Yo apuesto más por lo primero, que lo segundo no fue para tanto.

domingo, 2 de octubre de 2011

¡Tú! ¡Pedazo de Neandertal!

Ahora mismo estoy viendo el programa de Redes 2.0, en el que se confirma que Homo Sapiens y Neandertales hicieron triqui triqui y tuvieron descendencia viable. Desde luego, revisando la imagen que he cogido para ilustrar esta entrada no me cabe ninguna duda que el hijo de puta que andaba tocándome los huevos todo el santo día en la anterior empresa, ascendió por ser —y comportarse como— un verdadero Neandertal. Físicamente se parecía un huevo a la imagen. Aunque en mis recuerdos nunca lo vi tan pacífico, ni pensativo. Creo que aquella vez que me tiró el iPhone con desprecio le tenía que haber arrancado la cabeza.

Sudoku-ku-ru-ku-ku

De verdad, de verdad de la buena, mami. Una partida más y apago la luz. La última. Si solamente llevo veintinueve horas de juego acumuladas.

Es la última vez que reinstalo el Sudoku en mi iPhone.

Las moscas

A un panal de rica miel
dos mil moscas acudieron,
que por golosas murieron
presas de patas en él.
Otra dentro de un pastel
enterró su golosina.
Así, si bien se examina,
los humanos corazones
perecen en las prisiones
del vicio que los domina.

Hoy me levanté recordando esta fábula de Samaniego, que mi abuelo me leía (o recitaba de memoria) de vez en cuando. Muchas veces, en respuesta a mi insistente petición.

sábado, 1 de octubre de 2011

Odiosas comparaciones

Lo primero que dije, al levantarme esta mañana, fue «a ver si este fin de semana puedo probar el último XCode» (yo me quedé en el 3). Tras iniciar sesión en el centro de desarrolladores lo puse a descargar. Ha tardado 22 minutos. 4,3 Gb. ¡Ve-in-ti-dos mi-nu-tos!. Igualito, igualito, que cuando lo he descargado en Las Palmas, que me supone más de 12 horas y, algunas veces, se jode a mitad de descarga. Lo sé, las comparaciones son odiosas, pero lo de Telefónica, que no hay forma de que mejoren la infraestructura y sigan con los mismos pares de cobre que pusieron hace 40 años, es como para hacerle una sesión triple de fistfucking anal a todo el consejo de dirección de esta magna corporación.

Ahora estoy entre seguir el tutorial Tutorial: Develop An Angry Birds Like Game With Cocos2D And Box2D Step-By-Step, leer un rato (y hacer alguna prueba) del libro 'Making Isometric Social Real-Time Games with HTML5, CSS3, and Javascript', hacer un prototipo de una CMDB para demostrar que la que usamos en el trabajo no-es-buena, disfrutar del pecado cometido hace una semana o, directamente, nada de lo anterior.

jueves, 29 de septiembre de 2011

¿Crisis? ¿Qué crisis?

Leía esta mañana en la portada del ADN el siguiente titular: «El Rey augura más sacrificios» (aquí el artículo en la web del periódico). Y me pregunto yo si no podríamos empezar sacrificando algún Borbón, que bien gorditos, creciditos y rollizos se los ve a todos. Buena cantidad de euros que nos cuesta a los contribuyentes.

Nadie dijo que los pobres no pudiésemos soñar, ¿no?

A veces me dan unos prontos republicanos que no me soporto ni yo mismo.

PD: También podemos conformarnos quemando a algunos políticos, que ya quisiera yo el sueldo neto mensual de Esperanza Aguirre.

Desinhibición matutina

Con esto de andar todo el día escuchando música con los auriculares, tengo la sensación que estoy perdiendo demasiada capacidad auditiva. Teniendo ya un olfato (y el gusto, por estar estrechamente relacionados) y una miopía que podrían considerarse en grado de minusvalía, no resulta apetecible quedarme también sordo. Así que hoy opté por viajar en tren escuchando el ruido ambiente —e innatural—. ¿Por qué la gente es tan desinhibida que cuenta sus intimidades en voz alta? Nunca me había planteado la ginecología como profesión, pero ahora mismo tengo un vívido recuerdo de los problemas vaginales, y los bultos que le extirparon en consecuencia, de la chica que viajaba al lado, y que le impedían quedarse embarazada, aunque tenía constantes retrasos. Su narración, que contaba a su compañera de trabajo —o lo que fuera—, de los sucesos era tan sincera e intensa y cargada de detalles, que a uno —a mí— le costaba concentrarse en la disertación biológica que ando leyendo estos días. Por cierto, su segunda hija es un primor.

Creo que mañana volveré a enchufarme los auriculares, así pierda los tímpanos y se me salten los ojos por la vibración sonora intracraneal.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Empanada de Vengadores: me lo tengo que mirar

Hoy he llegado especialmente empanado a casa. Con lo del mosquito y que ya arranqué la semana durmiendo mal, he llegado al ecuador casi agotado. Así que me he sentado delante de la tele y, estrujándome el cerebro para escribir las dos entradas anteriores, he encendido la tele y el cacharro que me pusieron los de ONO al contratar la línea. En el tiempo que llevo con fibra la habré encendido dos veces. Después de buscar y rebuscar en la oferta gratuita de la sección Videoclub acabé optando por una de dibujos: Ultimate Avengers 2. Es un truño impresionante, insufrible y apestoso, pero aquí estoy atontao esperando que acabe para saber qué pasa al final con la invasión alienígena.



Madre mía, esto me lo tengo que mirar urgentemente. ¿Tendrá cura?

Canción con olor

Dicen que hay olores que disparan recuerdos. Hoy comprobé que también hay sonidos que disparan olores (ya puestos a hablar del olfato). En la sorpresa en tren del día de hoy, sonó este clasicazo:



Esta canción huele a verano en el campo con mis abuelos. A un mes en El valle de Agaete. A amistad sincera de los niños que acaban de conocerse y saben que tienen poco tiempo para divertirse juntos. También a romance adolescente (o de pubertad tardía) e inocente. Huele a Noelia y sus trece años. Tonta pero rematadamente guapa. Y, sobretodo, huele a mis quince años y la rebeldía de no saber cuál es mi sitio en el Mundo.

Pero también me recuerda al final de la magnífica película Escuela de genios:



En mi próxima visita a Las Palmas rebuscaré en el cajón de los DVD, que debo tenerla aún.

Olor a otoño

Mi olfato no es, precisamente, digno de mención. Es más, sospecho que mi capacidad olfativa es inexistente. Pero esta mañana los mocos me dieron un respiro —nunca mejor dicho— y alcancé a percibir alguna cosilla cuando llegué a la estación de Tres Cantos. En cinco meses que llevo acudiendo a ese pueblo, nunca había notado nada especial. Hoy olía a aire fresco, a campo, a asfalto húmedo y a otoño. Olía a cambios.

martes, 27 de septiembre de 2011

Mala noche, mala leche, mala sangre

Hoy venía cayéndome de sueño en el tren. Responder a la lectura de dos líneas con dos cabezadas no es la mejor forma de leer, no. Y venía con el dedo tieso. En perfecta posición para condenar a muerte a los gladiadores o para hacer autoestop. A la una y poco un mosquito anunció su advenimiento y, en ese letargo pseudoconsciente que es la frontera entre el sueño y la vigilia daba yo manotazos para alejarlo. Hasta que consiguió morderme —suerte que no me arrancó el dedo— y me dolió y me desperté, de muy mala leche. No me costó encontrarlo con un «¡la madre que lo parió! ¡menudo bicho!» y entablamos una danza o lucha grecoromana, el híbrido entre mosquito y pterodactilo y yo, hasta que lo cacé. No pude aplastarlo, tan sólo romperle el cuello tras cuatro golpes. Tan grande era el jodío que en venganza estuve tentado de cortarlo en medallones y congelarlo. Seguro que un poblado africano podría alimentarse de su carne durante una semana. Los contramuslos no tenían mala pinta.

El boliche que me regaló en el dedo tiene mala pinta. Sospecho que más que chuparme la sangre me puso una camada de huevos dentro. A esperar que eclosionen.

Lo peor es que me desvelé y he dormido tres cochinas horas. Suma y sigue. A ver cómo aguanto hoy hasta la tarde sin convertirme en el hombre con el tatuaje «QWERTY» en la frente.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Otro pecado

Pese a la polémica sobre la calidad del audio en la edición española, que me había convencido para no comprarla, al final acabé cayendo en la tentación.


La vi tan bien puesta al entrar a Media Markt, mirándome con esos ojillos tan tiernos de «cómprame por sólo 72€», que no pude resistirme. Otro asalto a la economía doméstica, ya bastante maltrecha. En fin, como dice mi padre, "la pobreza me hará más espiritual y me acercará al Dalia Lama".

domingo, 25 de septiembre de 2011

Inspirador

He vuelto a tropezar con este vídeo:



y me encanta.

Qué soledad...

Hará cosa de una hora que volví del aeropuerto. Acompañé a mi mujer para que volviese a Las Palmas. Apenas una hora y se nota las dos semanas que tenía a alguien que me recibía cuando llegaba del trabajo. Ya se la echa de menos...

miércoles, 21 de septiembre de 2011

¿Pero cómo que «por qué»?

¿Soy el único que piensa que los comerciales andan últimamente un pelín agresivos? Además de llamarte cuatro veces a la semana para ofrecerte oportunidades únicas por ser cliente VIP, te preguntan —a veces con cierto tono de enfado—que por qué no estás interesado si el producto es tan fantástico que hasta su madre le ha pedido tres. Desde luego algo ha cambiado desde aquel «el cliente siempre tiene la razón» y la sabia práctica de «no discutas con el que te da de comer».

martes, 20 de septiembre de 2011

... soy el Neo del código fuente

Aún con los ojos rojos como si me los hubieran rociado con spray de pimienta, he currado programando como nunca (bueno, como no lo hago desde hace años). Tomando consciencia de que estamos enchufados en Matrix, y que ya no hay leyes naturales inmutables —y de que el universo se dobla sobre sí mismo—, me he puesto manos a la obra y he escrito más código fuente en los dos últimos días del que había escrito en los cuatro meses y medio de trabajo anteriores. Madre mía, veo código pasar delante de mis ojos cuando cierro los párpados. Y creo que tengo una sinusitis de elefante.

... tengo un gripazo de dos pares de cojones

O un enfriamiento, o un resfriado, o un enfisema pulmonar. Lo cierto es que ayer me pilló por sorpresa la bajada de temperatura a primera hora. Me levanto a las cinco y media de la mañana y salgo un rato después. Y ayer hacía frío. Mucho. Y la noche anterior hacía calor. Bastante. Y yo iba en camiseta de algodón fina y de manga corta; y acababa de ducharme con agua más bien caliente.

Ahora estoy seguro que vivimos en Matrix. Estoy convencido que hay algún impedimento físico, alguna Ley Natural inquebrantable, en el Universo Real, que hace imposible que baje la temperatura más de diez grados en menos de seis horas. Esas cosas, como volar o detener balas, sólo pasan en el mundo virtual.

Pero lo cierto es que llevo dos días con un enorme trancazo y respirando por la boca.

Y…

Un apunte antes de seguir

«Tienes que echarlo todo para fuera. ¡Escríbelo!» Así me incitaba una persona que conocí en un foro en el peor momento que recuerdo de toda mi vida profesional (que entonces ya iba para 14 años). Ni familiares ni amigos, siquiera mi mujer, conseguían entender por lo que estaba pasando; más bien parecía que me caía un chaparrón de recriminación. Sólo se me ocurre el símil del viejo león enjaulado al que le enseñan la sabana, pero que no puede correr libremente. Estaba abotargado, anulado y superado por las circunstancias y las obligaciones. Y tenía que explotar. «Mejor escribir barbaridades que llegar un día a la oficina con el machete en la mano y ponerte a abrir cocos», argumentaba. Y reconozco que ganas no faltaban para machacar cráneos en el trabajo. «Puede ser hasta divertido hacer el burro. Yo también escribiré. (La plataforma blogspot es cojonuda para eso —que varios escriban en el mismo blog—)», seguía insistiendo. Y en un momento de debilidad abrí este blog. El otro, el oficial, lo conocía demasiada gente; incluso algunos compañeros del trabajo. Ni a mi mujer le conté la existencia de este vertedero de miserias, de este sumidero de excrecencias emocionales. Y durante algunos intervalos de tiempo me vino bien tener una válvula de escape. Si algunos de los compañeros de oficina supiesen de lo que se libraron, otro gallo les cantaría.

Es curioso que lo haya elegido, después de haberlo tenido tanto tiempo a dieta (aquellos sentimientos negativos desaparecieron hace casi un año), para continuar soltando paridas. Esta vez a modo de «breves» y ya no como mecanismo de escape. Lo he intentado unos días con Facebook, pero no me convence. Facebook me recuerda a los pueblos aislados de todo y cerrado a todos que se dedican y recrean en la endogamia. Discúlpenme la burrada, pero es un lugar donde todos se la chupan a todos y le dan con demasiada facilidad al «me gusta» o te revientan el muro con felicitaciones repetidas el día de tu cumpleaños (yo también he pecado, lo confieso, y seguiré pecando; hay pecados que tampoco están tan mal). Sin embargo necesitaba otro enfoque, algo más parecido a lo que ya hacía antes, lanzar mis bufos mentales al infinito, pero sin mancillar el bueno. Sigo creyendo que un blog serio no debe estar repleto de vídeos ni de fotos de otros, salvo que sea para completar un discurso con sustancia. Lo cual dará entender lo que opino de éste. Pero me ayudará, al menos eso espero, para que los que me conocen sigan sabiendo qué hago.

Lo malo es que antes de hacerlo público (incluso para mi mujer) tendría que haber hecho una lectura de cosas que escribí, sin pensar demasiado, hace tres años. He tenido que hacer limpieza porque de algunas hasta yo mismo he sentido asco al releerlas. A efectos prácticos no deja de ser detritus en otra forma. Y así como renuncio, rechazo y repudio la mierda que acabo de cagar tirando de la cisterna, rechazo la mayor parte de lo escrito en los tiempos de miseria existencial borrándolo. Y así me quedo con lo básico y que, espero, sea de menos desagrado de todos.

Y a partir de ahora, a seguir con otro talante, que para eso lo he recuperado.

Y…

jueves, 15 de septiembre de 2011

Más música, pero en guagua

Durante un par de días he cambiado el tren por la guagua (autobús para los bárbaros del continente), pero mi iPhone sigue prodigándose en sorpresas cuando lo uso en modo aleatorio. La de hoy para este magnífico tema en directo. De todas las opciones que había en tutubo he elegido la que usa el audio del CD, que se escucha mejor.



[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el día 13 de septiembre]

Empezar el día con mejor talante

Más bien soy enemigo de las cadenas de correos, pero a este vídeo le he cogido cariño. Un buen desayuno, compuesto de una pieza de fruta o un zumo, un café con leche con cereales (tal vez gofio, si la morriña te puede) y una tostada con mantequilla y mermelada, a lo que le sumas este vídeo, y uno enfrenta el día con mejor talante.



[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el lunes 12 de septiembre]

Música, Depeche Mode y el tren

Tanto tiempo en el tren da para escuchar mucha música, una de las actividades pasivas que más disfruto. Tantos años comprando -con alguna incursión a la cueva de Ali Babá también, lo confieso- traen consigo que muchas veces no recuerde qué llevo en el iPhone, en el que no caben todos los gigas acumulados en iTunes. Cansado de decidir, paso a escuchar ahora de forma aleatoria, lo que tiene la ventaja del redescubrimiento. Hoy me alegré muchísimo al comenzar a escuchar este tema del directo 101, que tantos buenos recuerdos me trae de los años de instituto. Si es que soy un romántico :-)



[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el 7 de septiembre]

Asociación de ideas terrorífica

El tren es un escenario inmejorable que se presta a la puesta en escena de la variada y fértil riqueza de comportamientos humanos que existen. Es raro el día que no vea a alguien que no llame mi atención (y a veces prefiera evitar). Aquí el que parece ser alérgico al agua y nos recuerda que el olfato es también un sentido que duele; allá el que, en guerra simétrica, se ha nombrado paladín de algún fabricante de perfumes; en este otro lado esa guapa y grácil chica que lee con concentración suprema mientras hurga en su nariz, extrae el género con delicadeza, le da forma esferoide y lo proyecta al infinito en certero movimiento de índice y pulgar sin perder la línea de la página que la entretiene; o el que lleva unos auriculares del tamaño de dos sandías de premio Guines, siguiendo el ritmo musical con el cuello, que mientras canturrea para sus adentros se mete la mano en los pantalones para amansar -y masajear- a las ladillas compañeras; cuando no es un hombre orquesta maltratando guitarra y tímpanos a la espera de que sus esfuerzos fueren recompensados con una transferencia de riquezas en su beneficio, una misionera de algún credo extraño y contemporánea de Matusalén que ruge los milagros de un dios ausente, o aquella del fondo, que bosteza con tal naturalidad y tal carencia de inhibición que se puede saber lo que ha cenado anteanoche.

Sí, de todo hay, y de todo habrá.

Pero el objeto de mi atención en el día de hoy fue una pareja joven, en esas edad elástica que hay entre la adolescencia y la primera edad adulta. Poseídos por la pasión desenfrenada (que no faltó quien con la mirada cortante y cara enrojecida de ira expresaba sin palabras aquel célebre requerimiento de "¡buscaos una habitación, degenerados!") daba la sensación que no había dos bocas sino una y que aquellos eran siameses raros y completamente diferentes, unidos por los labios. Por algún sitio debían respirar, así que andaba yo buscando desde la distancias las branquias de aquellos dos, cuando se dieron una pequeña tregua y separaron infinitesimalmente sus orificios bucales. Y ahí fue cuando vi la lengua de ella moviéndose de un lado para otro buscando, deseando, exigiendo, forzando sin tregua. Madre mía, cómo se movía aquella cosa. Y ahí fue donde tuve la asociación de ideas, tanto o más bizarra que la escena de ese músculo tan vital para la deglución, el habla y continente del gusto, convertido en anguila retorcida. No sé cómo ni porqué, pero recordé la escena de Terroríficamente muertos: "¡Me comeré tu alma! ¡Me comeré tu alma!"



Está claro que si bien la conducta humana es ricamente variada y bizarra, si encima la pasamos por el cristal con que yo la veo, acaba pareciendo aún más surrealista si cabe. Ha de ser tanta soledad, que deteriora mi percepción de la realidad.

XD

[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el 5 de septiembre]

Cowboys & Aliens

Esta noche ha tocado cine: 'Cowboys and Aliens'. Sin ser una maravilla (¿y quién lo esperaba?) es cierto que mantiene cierto interés hasta el final y, de hecho, algún que otro sobresalto te llevas. Para mi gusto se deja ver. Al menos más que la de Conan.



[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el 4 de septiembre]

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Lo mejor de la vida

Hoy (ayer) he visto el remake de Conan. Aunque no sales con ganas de arrancarte los ojos, dos horas de película, parrillada de cachetones con guarnición de ensalada de efectos especiales (en 3D para más recochineo), todo ello junto y sumado, no pueden competir con la intensidad dramática de la respuesta de 10 segundos del chuarcheneger a la pregunta "¿Qué es lo mejor de la vida?" en la versión original XD



[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el 2 de septiembre]

Dentro de los comentarios que recogió dicha publicación, me quedo con el enlace al siguiente vídeo puesto por Esteban.

Amanecer en el tren

Aunque mis amigos no terminan de entenderlo, y reconozco que echo un buen puñado de horas a la semana en el tren, sigo disfrutando como un niño contemplando los amaneceres desde un vagón en movimiento. Lástima que la mayoría de la gente que viaja conmigo vaya blindada en su propio universo minúsculo con la mirada baja.

[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el 1 de septiembre]

Parla y 30 Mb

Llevo una semana viviendo en Parla y ya tengo Internet. Perdón, ahora sí puedo decir "¡¡TENGO INTERNET!!" Primera vez que tengo fibra. 30 megas. Las páginas no se descargan, se materializan en el acto. Qué vertigo, madre mía XD

[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el día 31 de agosto]

lunes, 12 de septiembre de 2011

Bichos, fábulas y patrones

A John (Forbes) Nash, mente maravillosa donde las haya, le perdían los patrones, existiesen o no. A mí las formas literarias, los géneros narrativos y las figuras retóricas. Aquí yo veo La fábula del banquero y el hipotecado.



También vale la del político y el votante o, tal vez por ser más actual, la de Rodrigo Rato y el trabajador.

Apostilla: Madre mía cómo se las gasta el bicho de los cojones.