jueves, 29 de septiembre de 2011

¿Crisis? ¿Qué crisis?

Leía esta mañana en la portada del ADN el siguiente titular: «El Rey augura más sacrificios» (aquí el artículo en la web del periódico). Y me pregunto yo si no podríamos empezar sacrificando algún Borbón, que bien gorditos, creciditos y rollizos se los ve a todos. Buena cantidad de euros que nos cuesta a los contribuyentes.

Nadie dijo que los pobres no pudiésemos soñar, ¿no?

A veces me dan unos prontos republicanos que no me soporto ni yo mismo.

PD: También podemos conformarnos quemando a algunos políticos, que ya quisiera yo el sueldo neto mensual de Esperanza Aguirre.

Desinhibición matutina

Con esto de andar todo el día escuchando música con los auriculares, tengo la sensación que estoy perdiendo demasiada capacidad auditiva. Teniendo ya un olfato (y el gusto, por estar estrechamente relacionados) y una miopía que podrían considerarse en grado de minusvalía, no resulta apetecible quedarme también sordo. Así que hoy opté por viajar en tren escuchando el ruido ambiente —e innatural—. ¿Por qué la gente es tan desinhibida que cuenta sus intimidades en voz alta? Nunca me había planteado la ginecología como profesión, pero ahora mismo tengo un vívido recuerdo de los problemas vaginales, y los bultos que le extirparon en consecuencia, de la chica que viajaba al lado, y que le impedían quedarse embarazada, aunque tenía constantes retrasos. Su narración, que contaba a su compañera de trabajo —o lo que fuera—, de los sucesos era tan sincera e intensa y cargada de detalles, que a uno —a mí— le costaba concentrarse en la disertación biológica que ando leyendo estos días. Por cierto, su segunda hija es un primor.

Creo que mañana volveré a enchufarme los auriculares, así pierda los tímpanos y se me salten los ojos por la vibración sonora intracraneal.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Empanada de Vengadores: me lo tengo que mirar

Hoy he llegado especialmente empanado a casa. Con lo del mosquito y que ya arranqué la semana durmiendo mal, he llegado al ecuador casi agotado. Así que me he sentado delante de la tele y, estrujándome el cerebro para escribir las dos entradas anteriores, he encendido la tele y el cacharro que me pusieron los de ONO al contratar la línea. En el tiempo que llevo con fibra la habré encendido dos veces. Después de buscar y rebuscar en la oferta gratuita de la sección Videoclub acabé optando por una de dibujos: Ultimate Avengers 2. Es un truño impresionante, insufrible y apestoso, pero aquí estoy atontao esperando que acabe para saber qué pasa al final con la invasión alienígena.



Madre mía, esto me lo tengo que mirar urgentemente. ¿Tendrá cura?

Canción con olor

Dicen que hay olores que disparan recuerdos. Hoy comprobé que también hay sonidos que disparan olores (ya puestos a hablar del olfato). En la sorpresa en tren del día de hoy, sonó este clasicazo:



Esta canción huele a verano en el campo con mis abuelos. A un mes en El valle de Agaete. A amistad sincera de los niños que acaban de conocerse y saben que tienen poco tiempo para divertirse juntos. También a romance adolescente (o de pubertad tardía) e inocente. Huele a Noelia y sus trece años. Tonta pero rematadamente guapa. Y, sobretodo, huele a mis quince años y la rebeldía de no saber cuál es mi sitio en el Mundo.

Pero también me recuerda al final de la magnífica película Escuela de genios:



En mi próxima visita a Las Palmas rebuscaré en el cajón de los DVD, que debo tenerla aún.

Olor a otoño

Mi olfato no es, precisamente, digno de mención. Es más, sospecho que mi capacidad olfativa es inexistente. Pero esta mañana los mocos me dieron un respiro —nunca mejor dicho— y alcancé a percibir alguna cosilla cuando llegué a la estación de Tres Cantos. En cinco meses que llevo acudiendo a ese pueblo, nunca había notado nada especial. Hoy olía a aire fresco, a campo, a asfalto húmedo y a otoño. Olía a cambios.

martes, 27 de septiembre de 2011

Mala noche, mala leche, mala sangre

Hoy venía cayéndome de sueño en el tren. Responder a la lectura de dos líneas con dos cabezadas no es la mejor forma de leer, no. Y venía con el dedo tieso. En perfecta posición para condenar a muerte a los gladiadores o para hacer autoestop. A la una y poco un mosquito anunció su advenimiento y, en ese letargo pseudoconsciente que es la frontera entre el sueño y la vigilia daba yo manotazos para alejarlo. Hasta que consiguió morderme —suerte que no me arrancó el dedo— y me dolió y me desperté, de muy mala leche. No me costó encontrarlo con un «¡la madre que lo parió! ¡menudo bicho!» y entablamos una danza o lucha grecoromana, el híbrido entre mosquito y pterodactilo y yo, hasta que lo cacé. No pude aplastarlo, tan sólo romperle el cuello tras cuatro golpes. Tan grande era el jodío que en venganza estuve tentado de cortarlo en medallones y congelarlo. Seguro que un poblado africano podría alimentarse de su carne durante una semana. Los contramuslos no tenían mala pinta.

El boliche que me regaló en el dedo tiene mala pinta. Sospecho que más que chuparme la sangre me puso una camada de huevos dentro. A esperar que eclosionen.

Lo peor es que me desvelé y he dormido tres cochinas horas. Suma y sigue. A ver cómo aguanto hoy hasta la tarde sin convertirme en el hombre con el tatuaje «QWERTY» en la frente.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Otro pecado

Pese a la polémica sobre la calidad del audio en la edición española, que me había convencido para no comprarla, al final acabé cayendo en la tentación.


La vi tan bien puesta al entrar a Media Markt, mirándome con esos ojillos tan tiernos de «cómprame por sólo 72€», que no pude resistirme. Otro asalto a la economía doméstica, ya bastante maltrecha. En fin, como dice mi padre, "la pobreza me hará más espiritual y me acercará al Dalia Lama".

domingo, 25 de septiembre de 2011

Inspirador

He vuelto a tropezar con este vídeo:



y me encanta.

Qué soledad...

Hará cosa de una hora que volví del aeropuerto. Acompañé a mi mujer para que volviese a Las Palmas. Apenas una hora y se nota las dos semanas que tenía a alguien que me recibía cuando llegaba del trabajo. Ya se la echa de menos...

miércoles, 21 de septiembre de 2011

¿Pero cómo que «por qué»?

¿Soy el único que piensa que los comerciales andan últimamente un pelín agresivos? Además de llamarte cuatro veces a la semana para ofrecerte oportunidades únicas por ser cliente VIP, te preguntan —a veces con cierto tono de enfado—que por qué no estás interesado si el producto es tan fantástico que hasta su madre le ha pedido tres. Desde luego algo ha cambiado desde aquel «el cliente siempre tiene la razón» y la sabia práctica de «no discutas con el que te da de comer».

martes, 20 de septiembre de 2011

... soy el Neo del código fuente

Aún con los ojos rojos como si me los hubieran rociado con spray de pimienta, he currado programando como nunca (bueno, como no lo hago desde hace años). Tomando consciencia de que estamos enchufados en Matrix, y que ya no hay leyes naturales inmutables —y de que el universo se dobla sobre sí mismo—, me he puesto manos a la obra y he escrito más código fuente en los dos últimos días del que había escrito en los cuatro meses y medio de trabajo anteriores. Madre mía, veo código pasar delante de mis ojos cuando cierro los párpados. Y creo que tengo una sinusitis de elefante.

... tengo un gripazo de dos pares de cojones

O un enfriamiento, o un resfriado, o un enfisema pulmonar. Lo cierto es que ayer me pilló por sorpresa la bajada de temperatura a primera hora. Me levanto a las cinco y media de la mañana y salgo un rato después. Y ayer hacía frío. Mucho. Y la noche anterior hacía calor. Bastante. Y yo iba en camiseta de algodón fina y de manga corta; y acababa de ducharme con agua más bien caliente.

Ahora estoy seguro que vivimos en Matrix. Estoy convencido que hay algún impedimento físico, alguna Ley Natural inquebrantable, en el Universo Real, que hace imposible que baje la temperatura más de diez grados en menos de seis horas. Esas cosas, como volar o detener balas, sólo pasan en el mundo virtual.

Pero lo cierto es que llevo dos días con un enorme trancazo y respirando por la boca.

Y…

Un apunte antes de seguir

«Tienes que echarlo todo para fuera. ¡Escríbelo!» Así me incitaba una persona que conocí en un foro en el peor momento que recuerdo de toda mi vida profesional (que entonces ya iba para 14 años). Ni familiares ni amigos, siquiera mi mujer, conseguían entender por lo que estaba pasando; más bien parecía que me caía un chaparrón de recriminación. Sólo se me ocurre el símil del viejo león enjaulado al que le enseñan la sabana, pero que no puede correr libremente. Estaba abotargado, anulado y superado por las circunstancias y las obligaciones. Y tenía que explotar. «Mejor escribir barbaridades que llegar un día a la oficina con el machete en la mano y ponerte a abrir cocos», argumentaba. Y reconozco que ganas no faltaban para machacar cráneos en el trabajo. «Puede ser hasta divertido hacer el burro. Yo también escribiré. (La plataforma blogspot es cojonuda para eso —que varios escriban en el mismo blog—)», seguía insistiendo. Y en un momento de debilidad abrí este blog. El otro, el oficial, lo conocía demasiada gente; incluso algunos compañeros del trabajo. Ni a mi mujer le conté la existencia de este vertedero de miserias, de este sumidero de excrecencias emocionales. Y durante algunos intervalos de tiempo me vino bien tener una válvula de escape. Si algunos de los compañeros de oficina supiesen de lo que se libraron, otro gallo les cantaría.

Es curioso que lo haya elegido, después de haberlo tenido tanto tiempo a dieta (aquellos sentimientos negativos desaparecieron hace casi un año), para continuar soltando paridas. Esta vez a modo de «breves» y ya no como mecanismo de escape. Lo he intentado unos días con Facebook, pero no me convence. Facebook me recuerda a los pueblos aislados de todo y cerrado a todos que se dedican y recrean en la endogamia. Discúlpenme la burrada, pero es un lugar donde todos se la chupan a todos y le dan con demasiada facilidad al «me gusta» o te revientan el muro con felicitaciones repetidas el día de tu cumpleaños (yo también he pecado, lo confieso, y seguiré pecando; hay pecados que tampoco están tan mal). Sin embargo necesitaba otro enfoque, algo más parecido a lo que ya hacía antes, lanzar mis bufos mentales al infinito, pero sin mancillar el bueno. Sigo creyendo que un blog serio no debe estar repleto de vídeos ni de fotos de otros, salvo que sea para completar un discurso con sustancia. Lo cual dará entender lo que opino de éste. Pero me ayudará, al menos eso espero, para que los que me conocen sigan sabiendo qué hago.

Lo malo es que antes de hacerlo público (incluso para mi mujer) tendría que haber hecho una lectura de cosas que escribí, sin pensar demasiado, hace tres años. He tenido que hacer limpieza porque de algunas hasta yo mismo he sentido asco al releerlas. A efectos prácticos no deja de ser detritus en otra forma. Y así como renuncio, rechazo y repudio la mierda que acabo de cagar tirando de la cisterna, rechazo la mayor parte de lo escrito en los tiempos de miseria existencial borrándolo. Y así me quedo con lo básico y que, espero, sea de menos desagrado de todos.

Y a partir de ahora, a seguir con otro talante, que para eso lo he recuperado.

Y…

jueves, 15 de septiembre de 2011

Más música, pero en guagua

Durante un par de días he cambiado el tren por la guagua (autobús para los bárbaros del continente), pero mi iPhone sigue prodigándose en sorpresas cuando lo uso en modo aleatorio. La de hoy para este magnífico tema en directo. De todas las opciones que había en tutubo he elegido la que usa el audio del CD, que se escucha mejor.



[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el día 13 de septiembre]

Empezar el día con mejor talante

Más bien soy enemigo de las cadenas de correos, pero a este vídeo le he cogido cariño. Un buen desayuno, compuesto de una pieza de fruta o un zumo, un café con leche con cereales (tal vez gofio, si la morriña te puede) y una tostada con mantequilla y mermelada, a lo que le sumas este vídeo, y uno enfrenta el día con mejor talante.



[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el lunes 12 de septiembre]

Música, Depeche Mode y el tren

Tanto tiempo en el tren da para escuchar mucha música, una de las actividades pasivas que más disfruto. Tantos años comprando -con alguna incursión a la cueva de Ali Babá también, lo confieso- traen consigo que muchas veces no recuerde qué llevo en el iPhone, en el que no caben todos los gigas acumulados en iTunes. Cansado de decidir, paso a escuchar ahora de forma aleatoria, lo que tiene la ventaja del redescubrimiento. Hoy me alegré muchísimo al comenzar a escuchar este tema del directo 101, que tantos buenos recuerdos me trae de los años de instituto. Si es que soy un romántico :-)



[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el 7 de septiembre]

Asociación de ideas terrorífica

El tren es un escenario inmejorable que se presta a la puesta en escena de la variada y fértil riqueza de comportamientos humanos que existen. Es raro el día que no vea a alguien que no llame mi atención (y a veces prefiera evitar). Aquí el que parece ser alérgico al agua y nos recuerda que el olfato es también un sentido que duele; allá el que, en guerra simétrica, se ha nombrado paladín de algún fabricante de perfumes; en este otro lado esa guapa y grácil chica que lee con concentración suprema mientras hurga en su nariz, extrae el género con delicadeza, le da forma esferoide y lo proyecta al infinito en certero movimiento de índice y pulgar sin perder la línea de la página que la entretiene; o el que lleva unos auriculares del tamaño de dos sandías de premio Guines, siguiendo el ritmo musical con el cuello, que mientras canturrea para sus adentros se mete la mano en los pantalones para amansar -y masajear- a las ladillas compañeras; cuando no es un hombre orquesta maltratando guitarra y tímpanos a la espera de que sus esfuerzos fueren recompensados con una transferencia de riquezas en su beneficio, una misionera de algún credo extraño y contemporánea de Matusalén que ruge los milagros de un dios ausente, o aquella del fondo, que bosteza con tal naturalidad y tal carencia de inhibición que se puede saber lo que ha cenado anteanoche.

Sí, de todo hay, y de todo habrá.

Pero el objeto de mi atención en el día de hoy fue una pareja joven, en esas edad elástica que hay entre la adolescencia y la primera edad adulta. Poseídos por la pasión desenfrenada (que no faltó quien con la mirada cortante y cara enrojecida de ira expresaba sin palabras aquel célebre requerimiento de "¡buscaos una habitación, degenerados!") daba la sensación que no había dos bocas sino una y que aquellos eran siameses raros y completamente diferentes, unidos por los labios. Por algún sitio debían respirar, así que andaba yo buscando desde la distancias las branquias de aquellos dos, cuando se dieron una pequeña tregua y separaron infinitesimalmente sus orificios bucales. Y ahí fue cuando vi la lengua de ella moviéndose de un lado para otro buscando, deseando, exigiendo, forzando sin tregua. Madre mía, cómo se movía aquella cosa. Y ahí fue donde tuve la asociación de ideas, tanto o más bizarra que la escena de ese músculo tan vital para la deglución, el habla y continente del gusto, convertido en anguila retorcida. No sé cómo ni porqué, pero recordé la escena de Terroríficamente muertos: "¡Me comeré tu alma! ¡Me comeré tu alma!"



Está claro que si bien la conducta humana es ricamente variada y bizarra, si encima la pasamos por el cristal con que yo la veo, acaba pareciendo aún más surrealista si cabe. Ha de ser tanta soledad, que deteriora mi percepción de la realidad.

XD

[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el 5 de septiembre]

Cowboys & Aliens

Esta noche ha tocado cine: 'Cowboys and Aliens'. Sin ser una maravilla (¿y quién lo esperaba?) es cierto que mantiene cierto interés hasta el final y, de hecho, algún que otro sobresalto te llevas. Para mi gusto se deja ver. Al menos más que la de Conan.



[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el 4 de septiembre]

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Lo mejor de la vida

Hoy (ayer) he visto el remake de Conan. Aunque no sales con ganas de arrancarte los ojos, dos horas de película, parrillada de cachetones con guarnición de ensalada de efectos especiales (en 3D para más recochineo), todo ello junto y sumado, no pueden competir con la intensidad dramática de la respuesta de 10 segundos del chuarcheneger a la pregunta "¿Qué es lo mejor de la vida?" en la versión original XD



[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el 2 de septiembre]

Dentro de los comentarios que recogió dicha publicación, me quedo con el enlace al siguiente vídeo puesto por Esteban.

Amanecer en el tren

Aunque mis amigos no terminan de entenderlo, y reconozco que echo un buen puñado de horas a la semana en el tren, sigo disfrutando como un niño contemplando los amaneceres desde un vagón en movimiento. Lástima que la mayoría de la gente que viaja conmigo vaya blindada en su propio universo minúsculo con la mirada baja.

[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el 1 de septiembre]

Parla y 30 Mb

Llevo una semana viviendo en Parla y ya tengo Internet. Perdón, ahora sí puedo decir "¡¡TENGO INTERNET!!" Primera vez que tengo fibra. 30 megas. Las páginas no se descargan, se materializan en el acto. Qué vertigo, madre mía XD

[Publicado originalmente en mi muro de Facebook el día 31 de agosto]

lunes, 12 de septiembre de 2011

Bichos, fábulas y patrones

A John (Forbes) Nash, mente maravillosa donde las haya, le perdían los patrones, existiesen o no. A mí las formas literarias, los géneros narrativos y las figuras retóricas. Aquí yo veo La fábula del banquero y el hipotecado.



También vale la del político y el votante o, tal vez por ser más actual, la de Rodrigo Rato y el trabajador.

Apostilla: Madre mía cómo se las gasta el bicho de los cojones.